06 diciembre 2011

Y el agua y la intención




He escuchado infinitamente la afirmación de que el agua cambia por nuestra pura intencionalidad, y que esto ha sido demostrado científicamente por los experimentos realizados por Masaru Emoto. Aquí un poco de información al respecto.

La historia comienza así: Masaru Emoto experimentó con el agua, separando en diferentes frascos aguas de la misma fuente y les aplicó “pruebas de intencionalidad” de diferentes tipos: A algunos frascos les puso etiquetas con consignas positivas como “Paz” o “Amor” y a otras les escribió “Guerra” u “Odio”; otras fueron expuestas a música tranquila versus algunos frascos que fueron sometidos a música violenta como heavy metal; otras simplemente eran muestras de aguas diferentes: contaminadas contra puras; a otras se les decían palabras bellas o mensajes positivos mientras que a otras se les inundaba con anuncios negativos.

Luego se tomaba el agua de los frascos, se congelaba y se fotografiaba los cristales del agua congelada. El resultado que obtuvo Emoto fue siempre el mismo: Los cristales del agua intencionada positivamente eran bellos, mientras que los cristales del agua intencionada negativamente eran estéticamente feos.

Las conclusiones derivadas de este experimento eran enormes. El agua podía cambiar por el solo hecho de que pensáramos positiva o negativamente, y como el ser humano está compuesto por un 70% a 80% de agua esto podría afectar directamente nuestra vida. De esta forma se probaba científicamente los que muchas religiones y culturas ancestrales vienen planteando hace milenios: Nuestros pensamientos afectan directamente nuestra vida y puede realizar cambios directos sobre la materia.

Había solo un problema: Las metodologías utilizadas por Emoto distaban muchísimo de ser científicas. En primer lugar las muestras habían sido sometidas a múltiples factores distintos, por lo que no se podía considerar que pertenecieran a un grupo experimental y control. Segundo, el estudio no era de doble ciego, por lo tanto todos los involucrados en el proceso sabían cuál era la muestra con intenciones positivas y negativas. Y en tercer lugar -y la más relevante a mi gusto- el agua congelada produce millones de cristales, y los fotógrafos de Emoto seleccionaban -a su gusto- solo algunos de ellos para las fotografías, por lo tanto el sesgo era gravísimo y arruinaba toda “validez” científica de la prueba.

No estoy diciendo que los planteamientos de Emoto sean errados. Es más, yo creo profundamente en el poder de la intencionalidad para transformar nuestras vidas, pero lo que me molesta profundamente es que trate de incluirse dentro del paradigma científico algo que no lo es.

Emoto, al recibir estas criticas hizo una prueba científica en el año 2006, eliminando el primer y segundo factor mencionado, por lo que el grupo experimental y el grupo control fueron sometidos a las mismas condiciones, exceptuando la variable intencionalidad, y la prueba contaba con una metodología de doble ciego. Sin embargo era un fotógrafo el que seleccionaba a su gusto los cristales a fotografiar, y además realizó una cantidad distintas de fotografías para ambos grupos. Los resultados reafirmaban la teoría de Emoto, pero volvían a carecer de rigor científico.

Por esto, se volvió a realizar otro experimento en el año 2008, cuya metodología había sido revisada por un grupo científico, contando con todo el rigor para ser considerado valido. El resultado: No hubo diferencias en la belleza estética entre el grupo experimental y el grupo control. La validez científica de las teorías de Emoto se habían diluido.

Emoto y sus defensores aludieron a que las muestras habían sido afectadas por la intencionalidad de los científicos que no creían en las teorías de Emoto y que por lo tanto esa misma intencionalidad había afectado los resultados.

¿El hecho de no ser probado científicamente destruye las ideas de Emoto? A mi parecer no. No es ni mejor ni peor que algo sea científicamente probado, solo son áreas de acción, son ambitos de conocimiento y experiencia. Como señalé anteriormente yo creo profundamente en el poder de la intencionalidad, pero también opino que el intentar validar científicamente un elemento que pertenece a otro ámbito puede ser interesante, pero no es necesario. Si le preguntan a cualquier persona de cualquier religión, seguramente le importará muy poco el hecho de que no se pueda probar la existencia de Dios. Para las creencias la lógica científica no es un requisito.

Lo que me molesta es el intento de darle valor desde la espiritualidad a la ciencia. Creo que la ciencia ya está suficientemente valorada (y con claros motivos por cierto, ya que hace funcionar gran parte de las “cosas” que usamos en el día a día) como para intentar abrirle las puertas hacia otros ámbitos de nuestra existencia. Por esto comparto con ustedes esta nota, porque no comparto la idea de la “espiritualidad científicamente probada”. Yo me quedo con mi espiritualidad espiritualmente probada y con una ciencia funcional.

Artículo escrito por mi para:
Comunidad Universitaria Virtual Andina (C.U.V.A.)

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