04 julio 2011

¡Ay! Sócrates...

Sócrates 1

Se dice que Sócrates iba a veces al mercado de Atenas, miraba todo con atención y se iba sin comprar nada. Cuando le preguntaban la razón de su actuar decía:
—Me encanta ver tantas cosas que no necesito para ser feliz.

Sócrates 3

Cuando Sócrates estaba en la cárcel, ya condenado a muerte, su mujer, Xantipa, fue a visitarlo. Y a pesar de la forma poco afectuosa en que lo había tratado siempre, se echó a llorar. Entonces, Sócrates le dijo:
—No llores, todos estamos condenados a muerte por la naturaleza.
—Pero a ti te han condenado injustamente.
—¿Es que te parecería menos lamentable que me hubiesen condenado justamente?

Tomados de: Cuentos con luz propia: 1 y 3

No hay comentarios.: