Sócrates 1
Se dice que Sócrates iba a veces al mercado de Atenas, miraba todo con atención y se iba sin comprar nada. Cuando le preguntaban la razón de su actuar decía:
—Me encanta ver tantas cosas que no necesito para ser feliz.
Sócrates 3
Cuando Sócrates estaba en la cárcel, ya condenado a muerte, su mujer, Xantipa, fue a visitarlo. Y a pesar de la forma poco afectuosa en que lo había tratado siempre, se echó a llorar. Entonces, Sócrates le dijo:
—No llores, todos estamos condenados a muerte por la naturaleza.
—Pero a ti te han condenado injustamente.
—¿Es que te parecería menos lamentable que me hubiesen condenado justamente?
Tomados de: Cuentos con luz propia: 1 y 3
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