(Científicamente comprobado)
En la motivación básica que nos entrega la rutina diaria del capitalismo encontraremos la competencia, como una manera básica y obvia de mantener nuestra sociedad basada en la sobreproducción.
Como base de la competencia se encuentra la idea -transversal y profundamente arraigada en cada uno de nosotros- de que somos seres carentes, y que la felicidad solo se lograra a través de obtener aquello que no tenemos, y lo primero que se nos ofrece son los beneficios materiales y la saturación de los sentidos.
Sin embargo, en el fondo, todos sabemos que la felicidad no se encuentra por ahí, y ahora los científicos del laboratorio de neurociencia afectiva de la Universidad de Wisconsin lo han "demostrado", ¿como? midieron el nivel de felicidad, a nivel cerebral, de distintas personas, y los niveles que casi todo el mundo logró iban desde el 0.3 (muy infeliz) al -0.3 (muy feliz), excepto una persona, que obtuvo -0.45, desbordando toda la escala de felicidad, logrando pasar a ser conocido como el hombre más feliz del mundo.
Ahora, la pregunta, ¿cómo lo hizo? y ahí vemos la diferencia: hace 30 años vive en un monasterio budista, en una celda de 2x2 metros, sin sexo, sin bienes materiales, ya que entregó todo su dinero.
El gran problema de aceptar que éste hombre, llamado Matthieu Ricard es el hombre más feliz del mundo, es que nos deja a la gran mayoría de nosotros en el lado equivocado de la vida.
Sin embargo, Ricard nos explica que podemos producir nuestra felicidad, básicamente cambiando la forma de percibir la vida, lo que no es una tarea fácil, sino que es un entrenamiento constante y activo.
Hay mucho material sobre Matthieu, y en primer lugar les sugiero leer el articulo de David Jiménez en que me basé para éste post, que yo leí en el boletín "noticias de Tíbet", pero que pueden encontrar en internet en "El Mundo"
Además, les recomiendo leer el libro " En Defensa de la felicidad" de Matthieu Ricard, donde podrán conocer más a fondo las técnicas recomendadas para llegar a la dicha.
Enlace:
Articulo de Matthieu Ricard en "El Mundo"
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Además puedes ver:
Dime lo que quieres I
Dime lo que quieres II
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